domingo, 17 de marzo de 2013

Llegaré hasta el final



De nuevo aquí, dispuesta para expresar la repulsa -y denunciar- por el trato que recibe mi madre por parte de personalidades pertenecientes a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET, perteneciente Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente). Estas personas son su Presidente, actualmente Daniel Cano Villaverde, y el actual Delegado Territorial en Cantabria, José Luis Arteche. También haré referencia a todo aquél que firmó en el pasado, firma actualmente y firmará en el futuro las cartas dirigidas a ella por orden del citado Presidente de AEMET, las cuales son, en su gran mayoría, demoledoras, ausentes por completo de eso tan preciado y  necesario que llamamos humanitarismo.
Presidente de AEMET: Daniel Cano Villaverde
Reitero mi sentimiento de injusticia absoluta, la cual iré expresando documental y razonadamente a lo largo y ancho de estos blogs.

María Teresa Siles
En esta ocasión voy a publicar la resolución del Expediente Disciplinario que le fue incoado por el antiguo ángel guardián de AEMET -imagino que ya ausente por el cambio de Gobierno-, María Teresa Siles, quien, en un escrito, hace casi tres años, se permitió la libertad de expresar en términos casi pontificios -agárrense- “que todo lo que se estaba haciendo contra mi madre era lo mejor y por su bien”. Todo un un insulto a la inteligencia, y al ser humano: “te hago daño, sin que tú lo elijas, por tu bien”. ¿Les suena? (Link a la Resolución)

¿Cómo ha tenido mi madre la desfachatez de ponerse enferma? ¿Cómo ha podido cometer semejante crimen? Es lo que me pregunto un día tras otro. Oiga - parecen responder-, es que con la enfermedad, la cronicidad y la gravedad no se juega, y caerá sobre usted todo el peso de la ley. ¿Qué ley? me pregunto... y la respuesta que me doy es: la que libremente interpretan todos aquellos personajes con poder, pertenecientes a organismos administrativos y políticos, que persiguen una finalidad muy concreta, es decir, particular, porque que no está orientada ni motivada por el bien del ser humano.

Delegado Territorial de Aemet en Cantabria: José L. Arteche

Comenté en otro post que esta resolución recayó en favor de la funcionaria, algo con lo que seguramente AEMET no contaba, como también dije; y por ello imagino que se estarán pensando mucho el abrir procedimientos idénticos contra otros funcionarios en idéntica situación a la de ella. ¿Y a ella? ¿Se le puede abrir otro expediente por el mismo motivo? De acuerdo con los escritos que siguen enviando a esta casa, la amenaza del expediente disciplinario la siguen haciendo; Y de volver a abrírselo, no alcanzo a entender el motivo que alegaría AEMET, porque según las consultas que hemos realizado, esa resolución la absuelve de la acusación desde el pasado y en el futuro, por la misma causa. Pese a la resolución, que como ven es muy clara y precisa, no obstante, el Presidente de AEMET, Daniel Cano Villaverde, ordena y José Luis Arteche obedece: todos los meses se le continúa quitando el sueldo completo a mi madre, alegando la Agencia que no tiene justificación para no acudir a su puesto de trabajo.
Es más, en otro post demostraré que tal práctica está relacionada con una política concreta de los Presidentes de la Agencia, con la colaboración de los Delegados de Cantabria, en la que sistemáticamente se niegan a admitir cualquier justificación que se les presente, independientes éstas de su enfermedad, como son moscosos para la boda de una hija, exploración hospitalaria, permiso por muerte/enfermedad de un familiar, etc. ¿Justo? Juzguen ustedes.

Me gusta compartir conocimientos, reflexiones y escritos que puedan arrojar luz de soluciones a otros, para que estas cosas dejen de producirse, para que otras personas puedan servirse libremente de mis aportaciones si lo creen conveniente; para contribuir, en definitiva, a la evolución y el progreso de una sociedad justa. Una sociedad justa.

Mis padres me regalaron tres ideas para caminar por el mundo: que la libertad es una conquista diaria de mi pensamiento, y después vienen todas las demás; que la honestidad es la principal fuente de problemas del ser humano, es la gran mártir de nuestro tiempo y que hay que luchar por ella; y, por último, encontrar a la buena persona que llevo dentro, sin imponer jamás a otros -ni soportar- condición alguna para ejercerla. Es difícil esto ¿eh?, dado que estamos encerrados en el marco de una cultura borracha de convenciones, propagandas, intenciones, moral, costumbres... ideas, en definitiva, con pocas oportunidades para evolucionar a la velocidad que exige el pensamiento libre.

Como soy estudiante de Historia sé lo que significan las leyes; son límites a nuestras libertades. Constituyen, únicamente, la garantía de que podamos ejercer un puñado de libertades encerradas en el marco social en el que nos toca vivir. Y cuando se intentan cumplir, se convierten en sucedáneo de garantías, porque están recluidas en las entendederas del individuo que las aplica, quien a su vez puede estar sujeto a las exigencias de sus objetivos laborales particulares o de sus superiores jerárquicos, y a su vez inmerso en las consignas del marco general de la sociedad. Al final, de aquellas teóricas garantías, al ciudadano llega muy poco. Lo estamos viendo a diario, en casi todo el mundo.

Ante una causa de fuerza mayor como es ésta, estoy comprobando que lo que impone la ley parece importar muy poco: son los intereses y los criterios de unos cuantos los que deciden sobre la vida de mi madre.

El expediente disciplinario es lo más parecido a un juicio, y en vez de dictar sentencia, resuelve, emite un fallo bien en favor del que lo promueve o bien del “acusado”. Es vinculante para ambos, no sólo para una de las partes; en este caso ha desaparecido el motivo que se imputa -no acudir al puesto de trabajo sin justificación- junto a todos los argumentos en los que se basó el acusador.
En otro post publicaré la carta que envió AEMET, con el argumento que ofrece para justificar el sobreseimiento del expediente disciplinario y así persistir en su política de actuación... y sin haberla variado un ápice: es tan intencionado como absurdo.

Desde que mi madre se derrumbó hace más de diez años, se hace una pregunta recurrente: ¿dónde está el premio de esta vida? ¿Dónde está el premio de lo que he hecho hasta ahora? Hoy estoy en disposición de entender su pregunta y de responderla: su premio soy yo; su premio es mi lucha por ella, por defenderla e intentar protegerla. Iré hasta el final.


Helena

(Imágenes WEB: Procedencia en pie de foto; la de Siles es de la web de AEMET: El Observador)

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