lunes, 1 de abril de 2013

AEMET, o cómo pedalear en el chucrut.

Soy una idealista, todavía muy joven y quizá por ello más atrevida. Me falta mucho por ver, conocimiento sobre el mundo actual y sobre las consecuencias. Es cierto. Pero no se puede pretender que a una se la adoctrine para la ética del buen hacer, la justicia y los derechos humanos y ciudadanos -y todo eso-, y a la vez que se deje abducir por las ideas que mueven los intereses de unos cuantos. Si el objetivo es que trague y me quede de brazos cruzados... es imposible. Verán, nací y crecí en pleno campo, en un Faro. Estudié en colegios de ciudad, de modo que he tenido la suerte de conocer dos ámbitos de convivencia con los demás. He tenido la oportunidad de conocer el sistema de creencias humano desde dos perspectivas bien diferentes; y el aislamiento ha sido decisivo para que me convierta en una persona reflexiva: muy reflexiva, según rezan los test que me hicieron en los colegios.




La tendencia natural de mi juventud e inexperiencia me dictan que luche contra un procedimiento que veo injusto. Yo no tengo nada que perder: soy estudiante, no tengo trabajo, no tengo hijos. Tengo una madre y un padre a los que quiero muchísimo. Una madre que no quiero perder por nada del mundo, de cuya salud y alegría me he visto privada en los años más cruciales de mi vida. Y después de ellos tengo un futuro al que voy a contribuir con un sueño: será mejor. ¿Qué va a hacer AEMET, abrirme un expediente? ¿Ponerme una denuncia por expresarme, por luchar? ¿Me sancionarán quitándome el Bachiller? No tengo miedo. Por eso estoy aquí. Tengo ante mí una carpeta enorme, alimentada con papeles desde el año 2002, que rebosa una información que me está dejando alucinada. La muerte de Luis Pizarro no es la primera muerte inocente relacionada con la Institución Meteorológica española; la de Luís, a mi parecer, es la única directa. Pero hay tres más que, de haberse actuado correctamente y de acuerdo con la ley, posiblemente podrían haberse evitado. Ya hablaré e ilustraré sobre ésto más adelante, no quedará en el tintero.

Mi actividad en estos blogs es insignificante, lo sé; usando una vieja metáfora, un grano de arena en una inmensa playa. Una voz solitaria que navega por Internet con la incrédula esperanza de ser escuchada. Esperanza, una palabra que sugiere más de lo que posee. Sí, también he pensado sobre esto: la esperanza es colocar un deseo en el futuro, un proyecto, un "aplazamiento de la existencia", en palabras de Georges Bataille. El no ya lo tengo, pero el caso es intentarlo: ya dije que me mueve el deseo de ayudar a mi madre y a otros que están en la situación de ella. Podríamos unir nuestras voces. Me conformo con sustraer una pequeña porción de tranquilidad a los que tienen el control: sé que esto ya está sucediendo. Que se conozcan sus actos, que no queden ocultos bajo la intuición de la derrota o del el miedo. La playa está hecha de granos; y un país también. Estamos acostumbrados a que se hagan públicas las cosas importantes, las de las altas esferas, las de los gobiernos, etc. Pero a escala pequeña sucede exactamente lo mismo, no se da difusión y puede actuarse con mayor holgura e impunidad. Y quienes las llevan a cabo son altos cargos ocupados también en "pequeñeces" -como eso de las bajas, las licencias, asuntos de personal-, que están puestos a dedo y deben fidelidad y obediencia, no a la ley, sino a quien los ha puesto ahí. En definitiva, entre la historia y la realidad actual no hay muchos cambios, sobre todo cuando perdura el Estado-cortijo donde se reparten los cargos como churros. Como antaño. Por eso denuncio que la ética y la honestidad quedan muy bien en las páginas de los libros, pero nunca se aplicarán en la vida real: no es rentable ni glamuroso. Eso no cambia con el tiempo, ni con la evolución ni con el progreso.




He sabido que cuando alguien muestra interés e intenta averiguar lo que sucede, o se mueve en defensa de personas, la respuesta de AEMET es inmediata: reprime cualquier iniciativa infundiendo miedo. ¿Por qué actúa así AEMET, si como presumen no tienen nada que ocultar? ¿Si todo lo que hacen es legal, por qué quieren que no se sepa? ¿Por qué ahogar las iniciativas que intentan aclarar unos hechos que "piensan" son legítimos? Ellos no se han cortado un pelo a la hora de acusar ¡acusar! e insultar a funcionarios enfermos, quienes se acreditan con partes médicos importantes, absolutamente fiables que, además, han sido corroborados y reforzados -en el caso que a mí atañe- por forense y Ministro. También he sabido que a determinados funcionarios, que padecen dolencias por diferente causa y entregan su baja correspondiente, se les niega la licencia por enfermedad sistemáticamente.

AEMET. Insisto: su Presidente intenta desviar la atención de lo importante, actuando y esgrimiendo sandeces para justificar sus decisiones, convencido de que no tiene que dar cuentas; además, no le cuesta un duro; ya se sabe, tanto lo bueno como los desmanes los pagan los contribuyentes: tiene sus asesores jurídicos comerciando con la ley, para encontrar una respuesta que dilate su proyecto hasta el infinito (una vieja táctica de la Administración, donde hay buenos especialistas). Como saben, es el caso que me ocupa y vuelvo a definirlo por si algunos han llegado tarde: congelar situaciones que afectan a seres humanos totalmente indefensos, que han sido convertidos en instrumentos ejemplarizantes; utilización de acusaciones falsas para manipular a estas personas con el miedo; degradación, trato discriminatorio e indigno. AEMET es el Presidente y sus seguidores; y en sus dominios sitúa a determinados seres humanos -que son diferentes- ante el vacío al amenazar su seguridad e integridad físicas: ¿cuántas muertes más hacen falta? Así es como lo veo. El objetivo del Presidente: deshacerse, al precio que fuere, de seres humanos, como si fueran una lacra, acusándolos y condenándolos antes de que se demuestre si son culpables. A los documentos me remito: AEMET lo ha puesto por escrito, tanta es su soberbia. ¿Por qué digo esto? Porque el Presidente no ofrece ninguna solución y da palos de ciego muy peligrosos: Señor Cano Villaverde, si sucediese algo irremediable, nunca podría acogerse al desconocimiento de la ley. AEMET no es infinita: tiene fronteras, tiene límites definidos, sólo hay que encontrarlos.


Daniel Cano Villaverde. Presidente de AEMET.

Para despedirme, una reflexión me viene a la cabeza: muchas de las ideas avanzadas del pensamiento, tras años de lucha, cuando por fin ven la luz y se ponen en práctica, ya han envejecido. Hay tantos intereses particulares comprometidos... Resulta frustrante y descorazonador, sobre todo, al pensar en todo el daño, dolor y muertes que ha causado la ausencia de tales ideales y la lucha por conseguir hacerlos realidad. Es triste comprobar que cuando por fin llegan a ser incluidas esas ideas en forma de ley, la sociedad que las reclamaba ha cambiado, ha evolucionado y tiene que conformarse con mediocridades, con residuos. Si además esas flacas leyes no se cumplen, se añade un sufrimiento más: la injusticia. En la Historia lo veo continuamente: la lucha no cesa, no hay descanso, no hay paz duradera.


Helena.


Viñeta: FB
Fotografía: www. conama.org
Imagen del Faro del Pescador: Gonzalo, http://www.ojodigital.com/foro/paisajes/43443-faro-del-pescador-santona.html 

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